[VDS] Imperialismo y fascismo: Cuestiones de importante actualidad



"El imperialismo es la fase monopolista del capitalismo”. Así de tajante lo afirma Lenin en su obra “Imperialismo fase superior del capitalismo”. De por sí esta afirmación, a la par que sencilla, es bastante compleja y cabría destacar algunas características que definen a esa “fase superior del capitalismo”.

El propio Lenin lo resumía en cinco características bien definidas:

1) La concentración de la producción y del capital llega a un alto grado. Aparecen los Monopolios.
2) El capital bancario se fusiona con el industrial y sobre este “capital financiero” se forma la oligarquía financiera
3) La exportación de capital, a diferencia de la de mercancías, adquiere gran importancia.
4) Se crean asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas que se reparten el mundo.
5) Terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes.

A groso modo, una buena conclusión sería la que refleja que el imperialismo conforma la fase agonizante del capitalismo, donde las contradicciones internas del mismo se ven agudizadas de manera clara y éste entra en una crisis permanente. Por todo ello, el objetivo inmediato de las masas se corresponde con la revolución socialista.

Ante el dominio del imperialismo, a esta oligarquía financiera se le presentaría 3 frentes de lucha: 

1) La clase obrera del propio país imperialista se mostraría contraria a dichas políticas.
2) El pueblo sometido y colonizado, obivamente lucharía con todas sus fuerzas ante la perdida de soberanía
3) La oposición frontal de los países socialistas.

Cabe también destacar que la fase imperialista lleva ineludiblemente a la tendencia de la liquidación de las conquistas democráticas. Es decir que el imperialismo tiende, indiscutiblemente, al fascismo.

De todo este proceso brevemente explicado se concluye que el fascismo no es un sistema transitorio de defensa de sus intereses por parte de la burguesía en momentos de agudización de la lucha de clases. No es un cambio de gobierno. No se trata de un puñado de partiduchos racistas y chauvinistas.

El fascismo significa para el estado una modificación en su propia naturaleza. Un salto cualitativo de un sistema de dominación burgués a otro. Como bien lo define Dimitrov (Repetidamente citado, a la par que manipulado por los partidos y organizaciones revisionistas) en su obra El fascismo y la clase obrera: “La subida del fascismo al poder no es un simple cambio de un gobierno burgués por otro, sino la sustitución de una forma estatal de la dominación de clase de la burguesía -la democracia burguesa- por otra, por la dictadura terrorista abierta.

Democracia burguesa y fascismo. Dos formas de dominación de la burguesía. Además en la misma etapa histórica, el capitalismo. Hay que comprender también que entre ambas no existe una “frontera” estática. Hay que prestar especial atención a los rasgos concretos de cada realidad concreta. Analizar al detalle las condiciones que se dan en un país.

Así pues, el fascismo se podría definir como  “la forma de dominación, la expresión estatal de la dictadura de la oligarquía financiera, dictadura que adopta una forma terrorista abierta y que se podría definir como la contrarrevolución organizada permanentemente, el blindamiento de los Estados imperialistas con todo un arsenal de leyes represivas, antidemocráticas y de excepción, para evitar que, tras la acumulación de fuerzas revolucionarias a través de la legalidad y las instituciones burguesas, le volviese a pillar desprevenida (a la oligarquía) un conato o estallido insurreccional a lo Octubre.” (Babeuf en Sobre el fascismo).

Que, personalmente, servidor nade en dirección a caracterizar al Estado Español como fascista da para varios artículos. Pero es de acuciante actualidad aclarar lo aclarado para comprender temas de elevada importancia como lo que está sucediendo en Venezuela o Ucrania. Mi opinión sobre la caracterización del Estado o los sangrantes comentarios de la “guerrilla twittera” cuya máxima aspiración revolucionaria se resume a unas elecciones o a una barra libre por la autogestión al mes, importan poco en estas líneas. Pero hemos de comprender el rumbo que toman los acontecimientos para saber como afrontar cada momento histórico y concreto y que métodos de lucha han de destacarse por parte de la vanguardia revolucionaria.



Ucrania. Un baño de sangre a sueldo de Washington.
Primero nos lo vendieron como el “15-M” ucraniano. Nos sorprendía cuan de amigables eran los mass-media con ellos mientras que, en España, se tachaba a cualquier protesta de terrorismo.

En segundo lugar, se comenzó a esbozar levemente la situación, pero sin desenmascarar aun el verdadero rostro de la misma. Se calificó la protesta de Pro-Europeísta, bañandola de tintes democráticos  y libertadores frente al imperialismo Ruso.

Finalmente se destapó el pastel. Realmente el peligro era el imperialismo. Pero el papel más destructivo se lo llevó de nuevo Estados Unidos y la Unión Europea. Y los pro-europeístas no eran tan demócratas. Eran los oligarcas que se apoyaban en el fascismo para la consecución de sus intereses.

Así pues la situación no puede ser más tétrica. Los partidos fascistas son el garante de las libertades en Ucrania. El Partido Comunista ha sido ilegalizado de facto y numerosos antifascistas están siendo ejecutados. En parte a esta situación también se ha llegado por la falta de análisis por parte del Movimiento Comunista Internacional. No pocos partidos se han saltado históricamente a la torera las experiencias de Lenin o Dimitrov. No pocos se olvidaron (o quisieron olvidarlo) que los bolcheviques se financiaron asaltando bancos y a golpe de represión y resistencia. De ahí la tardanza de los comunistas ucranianos en ver lo que se les venía encima.

Esto no exime a nadie de mostrar solidaridad con ellos. Al contrario. Esta cuestión pasa a un segundo plano ante lo que están sufriendo y les queda por sufrir y debemos apoyarles sin peros, sin titubeos. Numerosas milicias antifascistas han surgido en el país e intentan resistir los envites del “amable” Maidan. La solidaridad ha de ser la misma que mostraron las Brigadas Internacionales en el Estado Español. Parece que son cosas de otra época, cuando la realidad es que se han agudizado de manera más clara las contradicciones dentro del propio capitalismo. Apoyemos a capa y espada la soberanía ucraniana con hechos, no con palabrería.


En todo este circo, Rusia permanece alerta para no perder su posición, China, como escribió Juan Manuel Olarieta, quiere su parte, Crimea pide la independencia y enarbola la bandera Rusa... Aquí encontramos de calle los 3 frentes de lucha a los que el imperialismo se enfrenta y que mostrábamos a comienzos del artículo. En primer lugar la solidaridad de la clase obrera de los propios países imperialistas (Muestras de solidaridad desde todos los países del mundo). Por otro lado la férrea resistencia del pueblo ucraniano. Y, en último lugar, no solo el apoyo de los países socialistas, sino de todos los socialistas del globo. Habría que añadir también la lucha interimperialista por el control de una zona clave geopolíticamente hablando.


Venezuela. Mientras exista capitalismo habrá violencia.
Por todos es conocido el proceso bolivariano que se viene llevando en Venezuela desde hace años. Este proceso democrático-reformista ha traido una mejora sustancial de las condiciones de vida entre los venezolanos, amén de la conquista de numerosos derechos democráticos. No querer ver el avance social y político con respecto al periodo anterior es una estupidez.

El problema llega cuando, debido a que siga primando el libre mercado, te crecen los enanos dentro de tus propias fronteras. Si a esto le anteponemos el despiadado interés por parte de los EEUU de acabar con el mínimo atisbo de progresismo y sus planes para América Latina, encontramos el cocktail perfecto que está explotando en Venezuela. El imperialismo sigue haciendo de las suyas y sabe aprovechar las debilidades de cada país. Y, como no, los mass-media. 


Los interminables titulares sobre “represión chavista” han inundado las televisiones y las redes sociales de pobres opositores que luchan por la libertad en su país. Luchan por la libertad, pero la de los monopolios estadounidenses.

Esos medios también pasaron por alto las relaciones de la oposición venezolana y grupos neonazis y paramilitares colombianos. De nuevo vemos los verdaderos objetivos del imperialismo.

Ante esto diferentes organizaciones y partidos comunistas venezolanos claman por la incesante lucha anti-imperialista e incluso el gobierno de Maduro ha hecho referencia a la posibilidad de que el proceso bolivariano tome un cariz de revolución armada según se sucedan los acontecimientos. Y, precisamente, mientras esos acontecimientos se sucedan, todos los revolucionarios del mundo tienen el deber histórico de solidarizarse con el pueblo venezolano y denunciar de cualquier forma posible la barbarie capitalista. No vale recordar ahora los errores de los Chavistas. No vale darles la espalda por no derrocar a la burguesía. Ahora hay que apoyar a Venezuela sin concesiones.

El imperialismo y el fascismo muestran al capitalismo en su fase más putrefacta y crítica. No hay otro futuro que no sea la revolución socialista. Por ello hemos de trabajar de manera incesante y prepararnos para lo que nos depara el futuro próximo. El primer paso puede ser la solidaridad con la resistencia antifascista y anti-imperialista de los pueblos de Ucrania y Venezuela. El segundo, comprender que en el Estado Español la resistencia antifascista continúa desde 1939.